Hola, mi nombre es Rodrigo y soy de Sevilla, España. Os vengo a contar mi increíble historia en la ciudad más cosmopolita de Australia, Sydney. Sin duda alguna, la más famosa y la que muchas personas creen que es la capital, pero en realidad no lo es. Simplemente tiene mayor difusión por la cantidad de actividades culturales que se llevan a cabo, y por ser uno de los principales destinos turísticos de este fascinante país.
Debo aclararos que soy graduado en artes y que siempre fue mi sueño ir para Sydney desde pequeño porque veía en varias caricaturas y películas el muy famoso teatro de la ópera. Y parece mentira, pero eso me motivó mucho a alcanzar esa meta que consideraba tan importante. Quiero comentaros además que, como profesional del arte, tengo una predilección bastante importante por la música, ya que tuve la dicha de estudiar guitarra. Me gusta también cantar y componer y de esta manera logro fusionar dos de mis expresiones artísticas preferidas que son la música y la poesía a través de la composición. Es menester destacar que a pesar de que soy hispanohablante, amo profundamente el inglés al punto que me fascina cantar en ese idioma.
Comencé mi estudio bastante joven, porque a diferencia de los demás, al salir del cole, ingresé directamente en la universidad porque ya mi vocación desbordaba de ansiedad. Mi padre, hombre que me conoce quizá hasta mejor que yo mismo, me planteó la posibilidad de pagar mis estudios de idiomas en un lugar donde pudiera sacar un mejor provecho; me dijo: “Hey Rodri, ¿por qué no vais a estudiar tu tan preciado inglés a Australia? ¡Animaos hombre, que ese gasto va por cuenta de mi billetera!”, a lo que le respondí: “¡Venga tío no me toméis del pelo con esas cosas!”, y él recalcó: “No seáis tonto, estoy hablando muy en serio”. No digo que las academias aquí en España sean deficientes, sino que el hecho de no estar en un país cuya lengua materna sea la que quiero aprender, representa un grave inconveniente, porque ya tuve la oportunidad de estudiarlo y os digo que de veras es así.
Hice todo lo que correspondía legalmente y todo fue bastante rápido, a decir verdad. Fue flipante además que sólo por el hecho de mi nacionalidad podía optar a beneficios que mi pasaporte me presta y a todos mis compatriotas, porque no todas las personas de todos los países cuentan con la oportunidad que tenemos nosotros los españoles con respecto a Australia y otros países más. Pude irme a Estados Unidos, pero me pareció extremadamente cliché ir a estudiar donde todos quieren. Quise algo menos convencional y más enriquecedor.
Cuando logro concretar todo lo necesario, me dan a elegir entre varias ciudades y entre ellas vi muy claramente la oportunidad de mi vida: Sydney. Entonces hice todos los preparativos necesarios y partí a estudiar lo que querría en el lugar indicado. Cuando llego, me pongo a contemplar todo lo que me rodea y veo sin dudar que todo es perfecto, justo lo que buscaba, porque pude hacer mucho más que estudiar. En primer lugar, pude conocer muchas chicas hermosas de todas partes del mundo, ya que Sydney es un centro de convergencia mundial donde podéis encontrar gente de muchos lugares del mundo.
Pude trabajar jornadas cortas como asistente en un café donde había un piano al que no pude resistirme. El dueño de la tienda, al ver mis inclinaciones musicales, me propone que, en vez de mesero, trabaje como músico tocando piezas instrumentales. Al toparme con esta oportunidad, no pude negarme. Pasaron los días y llegan de repente unos chicos que me proponen formar una agrupación de jazz, y obviamente acepté. Fue tan buena la idea que nos contrataron a todos y con parte del dinero recaudado, cuando tocaron las vacaciones, grabamos un disco con temas propios y estuvimos cantando y tocando por varias partes de Australia. Una experiencia completamente inesperada y emocionante que me llevó a mi pasión y a hacer realidad mi sueño pendiente.